sábado, 5 de marzo de 2011

LA COMUNION DE LOS SANTOS ES LA IGLESIA

Carlos: Me preguntaste sobre “la comunión de los santos” y te voy a contestar. Empezaré copiando lo que dice el actual Catecismo de la Iglesia Católica, aprobado por Juan Pablo II.

“946. Después de haber confesado “la Santa Iglesia Católica”, el Símbolo de los Apóstoles añade “la comunión de los santos”. Este artículo es, en cierto modo, una explicitación del anterior: “¿Qué es la Iglesia, sino la asamblea de todos los santos?” (Nicetas, symb. 10). La comunión de los santos es precisamente la Iglesia.”

“947. “Como todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros… Es, pues, necesario creer que existe una comunión de bienes en la Iglesia. Pero el miembro más importante es Cristo, ya que El es la cabeza … Así, el bien de Cristo es comunicado a todos los miembros, y esta comunicación se hace por los sacramentos de la Iglesia” (Santo Tomás, symb. 10). “Como esta Iglesia está gobernada por un solo y mismo Espíritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común” (Catecismo Romano, 1,10,24)”.

Antes de hacer un poco de historia, ten en cuenta que communio en latín tiene el sentido de comunión, sociedad, participación mutua, comunidad o comunión cristiana. Y que Iglesia viene de la palabra griega ekklèsia = convocación, asamblea del pueblo, en general de carácter religioso. Y que el término santos, en San Pablo[1] y escritores de los primeros siglos es el de santificados por el bautismo y los sacramentos; no se refiere a los canonizados sino a todos los fieles de cada comunidad, a todos los cristianos. Así decir “la comunión de los santos de…” equivale a decir “la Iglesia de…”
Ésta idea es la que de modo muy claro expone San Pablo a los Corintios[2], cuando les dice: “Así como siendo el cuerpo uno tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un cuerpo único, así es también Cristo. Porque también todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu, para constituir un solo cuerpo, y todos, ya judíos, ya gentiles, ya siervos, ya libres, hemos bebido del mismo Espíritu. Porque el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos… De esta suerte, si padece un miembro, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado, todos los otros a una se gozan. Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo”. “El es la cabeza del cuerpo de la Iglesia” escribe a los colosenses[3].
Precisamente por ello, San Juan nos dirá que “lo que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros, a fin de que viváis también en comunión con nosotros. Y esta comunión nuestra es con el Padre y con su Hijo Jesucristo”[4].
Este es el concepto de Ekklèsia que vivían los cristianos de los primeros siglos; es decir, aquellos que habían sido discípulos de los Apóstoles o discípulos de éstos; en suma, cuantos participaban de la tradición apostólica en su sentido más espiritual. Se sentían miembros de un solo Cuerpo, en comunión espiritual de unos con otros, participando de la misma fuente de gracia, Cristo, su cabeza. Unidos en caridad. Por esa razón, no encontramos en los primeros símbolos de fe o credos la frase “comunión de los santos”; aparecerá luego, precisamente en las Galias, hacia el 485; o sea, cuando se consideraba a la Iglesia como una institución y los cristianos necesitaban expresar la creencia fundamental de formar parte de un solo Cuerpo, con Cristo como cabeza.
Un poco de historia:
San Rufino, muerto en el 410, por consiguiente “biznieto espiritual” de los Apóstoles, recoge la fórmula que habían usado tanto San Ireneo (muerto en 202), como San Hipólito (m. 235), Tertuliano (m. en 225), Orígenes (m. 254) y en los Canones Hippolyti (entre 200 al 235) y en la que no aparece lo de la comunión de los santos. Es la siguiente:
“Creo en Dios Padre Omnipotente / y en Cristo Jesús, único Hijo suyo, Señor nuestro / que nació del Espíritu Santo y María Virgen / fue crucificado bajo Poncio Pilato y sepultado / (observa que no dice bajó a los infiernos) / al tercer día resucitó de entre los muertos / subió a los cielos / está sentado a la derecha del Padre / ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos / y (creo) en el Espíritu Santo / y en la Santa Iglesia / en el perdón de los pecados / en la resurrección de la carne.”
Tampoco se encuentra en el Ancoratus de San Epìfanio (m. en 403) que nos da esta misma fórmula y otra más larga, exposición teológica de cada uno de los artículos del anterior, y que dice fue realizada por los obispos de la Tarraconense, Cartaginense, Lusitania y Bética, por orden del Papa León dirigida contra el hereje Prisciliano (300-385) y enviada a la Galia.
Ni en el llamado Símbolo de San Atanasio o Quicunque (porque empieza con “quicunque vult salvus esse” = Todo el que quiera salvarse); larga exposición teológica sobre la Trinidad y la encarnación, muerte y resurrección de Cristo; pero sin mención alguna a la comunión de los santos[5].
Así como tampoco está en el Símbolo Niceno-Constantinopolitano, año 381.
La fórmula comunión de los santos aparece primeramente en Francia (Galia), hacia el 485, con Faustus Reiensis y está en el viejo misal de la Galia (comienzos siglo VIII). Estas gentes no sabían griego; la Iglesia era para ellos una institución, faltaba lo importante: la comunión de los santos; por eso la añaden. Veamos:
Gálico: Creo en Dios Padre Omnipotente / creador del cielo y de la tierra / y en Jesu Cristo, su único Hijo, Señor nuestro / que fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de María Virgen / sufrió bajo Poncio Pilato, crucificado, muerto y sepultado / descendió a los infiernos / al tercer día resucitó de entre los muertos / subió a los cielos / está sentado a la derecha de Dios Padre omnipotente / ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos / creo en el Espíritu Santo / en la santa Iglesia católica / en la comunión de los santos / en el perdón de los pecados / en la resurrección de la carne / y en la vida eterna.
Luego se encuentra ya en el llamado “Símbolo de los Apóstoles más reciente en la forma occidental”, que es narrado por el citado Faustus Reiensis; así como en el Sermo 10 de S,.Cesario de Arlés, Galias (m. 543); en el Sacramentarium Gallicanum (siglos VII-VIII); y documentos posteriores que parten de las Galias.

.La redacción completa del texto que usamos hoy (credo corto), aparece por vez primera en Cesáreo de Arlés, a principios del siglo VI (nota que Arlés está en Francia). Y la redacción larga es el Símbolo Niceno-Constantinopolitano.

El Catecismo de la Iglesia Católica añade unas explicaciones basadas más que en el sentido místico y real de “comunión de los santos” en lo que significa comunicar, participar de un común. Son:
“948. La expresión “comunión de los santos” tiene entonces dos significados estrechamente relacionados: “comunión en las cosas santas” y “comunión entre las personas santas”.
“955. La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales”.

“957. La comunión con los santos. ”No veneramos el recuerdo de los del cielo tan sólo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de toda la Iglesia en el Espíritu se vea reforzada por la práctica del amor fraterno. En efecto, así como la unión entre los cristianos todavía en camino nos lleva más cerca de Cristo, así la comunión con los santos nos une a Cristo, del que mana, como de Fuente y Cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de Dios”.

El Catecismo Romano de San Pío V, que cumple lo ordenado por el Concilio de Trento, confirma cuanto te vengo exponiendo:
“La comunión de los santos es una nueva explicación del concepto mismo de la Iglesia, una, santa y católica. La unidad del Espíritu, que la anima y gobierna, hace que todo cuanto posee la iglesia sea poseído comúnmente por cuantos la integran. Y así el fruto de todos los sacramentos pertenece a todos los fieles, quienes por medio de ellos –como por otras tantas arterias misteriosas- están unidos e incorporados a Cristo. Y esto de manera especial por el sacramento del bautismo, puerta por la que los cristianos ingresan en la Iglesia… Al bautismo sigue primeramente la Eucaristía y después los demás sacramentos. Y si bien este nombre de comunión conviene a todos ellos, puesto que todos nos unen a Dios y nos hacen partícipes de su vida mediante la gracia, es, sin embargo, más propio de la Eucaristía, que de manera especialísima produce esta comunión”[6].

Tomás Montull Calvo
Lic. y Lr. de S. Teología. Dr. en Filosofía.































[1] Rom. 8, 32; Cor. 16, 17.
[2] I Cor. 12, 13 y ss.
[3] Col., 1,18.
[4] I Joan. 1, 3.
[5] No es de San Atanasio. Según J. Stiglmayr, sería de Fulgencio Ruspensi, o sea hacia finales siglo V.
[6] V. La comunión de los santos. A) significado y valor de este dogma.

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