viernes, 27 de diciembre de 2013

EN EL DÍA DE TU PRIMERA COMUNIÓN

    PARA ... EN EL DÍA DE SU PRIMERA COMUNIÓN.
     

Vas a vivir el segundo día más grande de tu vida: el de la Primera Comunión, en el que comerás por primera vez el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presentes en la Hostia consagrada. El día en el que el propio Dios, presente en la Hostia, se hará uno contigo al comerlo. Te santificará y llenará de una paz profunda; que quizás no sientas físicamente, pero que estará ahí. Como el aire que respiras llena tus pulmones y, sin embargo, no lo ves; así es Dios, estará en ti, aunque no le veas.
¿Qué por qué es el segundo? Porque el primero fue el de tu Bautismo; en el que te hicieron  hija de  Dios, hermana de Jesucristo y, por lo mismo, heredera del Cielo. O sea que,  cuando pasados muchos años, salgas de este mundo entrarás en el Cielo; no como una gracia o regalo, sino por derecho propio. En el bautismo el propio Dios se comprometió a ello.
Y desde entonces fluye por las arterias de tu alma el río de la Gracia, que te conecta, aunque no te des cuenta, con el mismo Dios. ¿Que qué es la Gracia? Pues el amor de Dios hecho realidad en tu alma. Difícil de entender ¿verdad? Voy a ver si te lo puedo aclarar con unos ejemplos.
Quieres mucho a tu padres hermanos; te sientes muy querida por ellos ¿a que sí? Entre tu y ellos existe una corriente, un río de amor que te hace ser confiada y feliz.
Sin embargo, siendo una cosa tan real y verdadera ese amor, no le ves, pero lo sientes. Pues bien, la Gracia es el amor que  Dios te tiene; el amor con que te mira, cuida y protege. No lo ves, pero es real, existe. Y ese amor de Dios perdurará en ti toda tu vida. Sí, aun cuando te apartaras de El, Dios nunca se apartará de ti; porque te ha adoptado como hija; y a una hija jamás, por mala que se vuelva, jamás se le deja de querer, jamás se le abandona.
Y así como para expresar tu cariño a tus padres les abrazas y besas o buscas sus caricias, así Dios quiere también acariciarte y lo hace nada más y nada menos que viniendo a que lo comas en la Hostia Consagrada;  a hacerse uno contigo; a ser tu alimento espiritual. ¡Fíjate qué cosa más grande vas a hacer en la comunión!
Dios está dentro de ti aunque no lo notes. El te inspira ser buena, cariñosa y trabajadora. Pero El quiere que en la medida en que te hagas mayor crezcas también en bondad, en entrega a los demás; o sea, en lo que llamamos el Reino de Dios (lo pides en  el Padrenuestro) y para darte fuerzas quiere venir en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad a ti. No sólo un día, éste, sino con mucha frecuencia toda tu vida.
Recuerda siempre bien esto: aunque alguna vez quieras ser mala, olvidarte de Dios, El jamás se olvidará de ti. Se comprometió en el Bautismo, al adoptarte como hija y se compromete cada vez que le recibes en la Hostia Consagrada.
Y ya que este día va a ser muy grande en el Cielo, aprovecha para pedir mucho por tus padres y hermanos, abuelos, tíos, primos y demás personas queridas. El Señor te concederá cuanto le pidas. A veces tarda, pero siempre, siempre concede lo que más conviene.

                ¡Feliz día!  Tomás (viejo sacerdote     de 90 años).

Vas a vivir el segundo día más grande de tu vida: el de la Primera Comunión, en el que comerás por primera vez el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presentes en la Hostia consagrada. El día en el que el propio Dios, presente en la Hostia, se hará uno contigo al comerlo. Te santificará y llenará de una paz profunda; que quizás no sientas físicamente, pero que estará ahí. Como el aire que respiras llena tus pulmones y, sin embargo, no lo ves; así es Dios, estará en ti, aunque no le veas.
¿Qué por qué es el segundo? Porque el primero fue el de tu Bautismo; en el que te hicieron  hija de  Dios, hermana de Jesucristo y, por lo mismo, heredera del Cielo. O sea que,  cuando pasados muchos años, salgas de este mundo entrarás en el Cielo; no como una gracia o regalo, sino por derecho propio. En el bautismo el propio Dios se comprometió a ello.
Y desde entonces fluye por las arterias de tu alma el río de la Gracia, que te conecta, aunque no te des cuenta, con el mismo Dios. ¿Que qué es la Gracia? Pues el amor de Dios hecho realidad en tu alma. Difícil de entender ¿verdad? Voy a ver si te lo puedo aclarar con unos ejemplos.
Quieres mucho a tu padres hermanos; te sientes muy querida por ellos ¿a que sí? Entre tu y ellos existe una corriente, un río de amor que te hace ser confiada y feliz.
Sin embargo, siendo una cosa tan real y verdadera ese amor, no le ves, pero lo sientes. Pues bien, la Gracia es el amor que  Dios te tiene; el amor con que te mira, cuida y protege. No lo ves, pero es real, existe. Y ese amor de Dios perdurará en ti toda tu vida. Sí, aun cuando te apartaras de El, Dios nunca se apartará de ti; porque te ha adoptado como hija; y a una hija jamás, por mala que se vuelva, jamás se le deja de querer, jamás se le abandona.
Y así como para expresar tu cariño a tus padres les abrazas y besas o buscas sus caricias, así Dios quiere también acariciarte y lo hace nada más y nada menos que viniendo a que lo comas en la Hostia Consagrada;  a hacerse uno contigo; a ser tu alimento espiritual. ¡Fíjate qué cosa más grande vas a hacer en la comunión!
Dios está dentro de ti aunque no lo notes. El te inspira ser buena, cariñosa y trabajadora. Pero El quiere que en la medida en que te hagas mayor crezcas también en bondad, en entrega a los demás; o sea, en lo que llamamos el Reino de Dios (lo pides en  el Padrenuestro) y para darte fuerzas quiere venir en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad a ti. No sólo un día, éste, sino con mucha frecuencia toda tu vida.
Recuerda siempre bien esto: aunque alguna vez quieras ser mala, olvidarte de Dios, El jamás se olvidará de ti. Se comprometió en el Bautismo, al adoptarte como hija y se compromete cada vez que le recibes en la Hostia Consagrada.
Y ya que este día va a ser muy grande en el Cielo, aprovecha para pedir mucho por tus padres y hermanos, abuelos, tíos, primos y demás personas queridas. El Señor te concederá cuanto le pidas. A veces tarda, pero siempre, siempre concede lo que más conviene.

                ¡Feliz día!  Tomás (viejo sacerdote     de 90 años).


No hay comentarios:

Publicar un comentario