lunes, 26 de enero de 2015

¿PURGATORIO? INVENTO DE TEÓLOGOS


  ¿PURGATORIO? INVENTO DE TEÓLOGOS.

Para los buenos cristianos que temen esos “fuegos cruciales”.

 

1.- NO ES DOGMA DE FE, sino elucubración de teólogos posteriores al Edicto de Milán para justificar la necesidad de orar por los difuntos.

Ni el Catecismo de Pío V, ni el Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por Juan Pablo II, hablan de “dogma de fe”.

El Catecismo de Pío V, supone la existencia de un “purgatorio de fuego, al cual las almas de los piadosos expían por un definido tiempo con cruciales tormentos” (cap. VI, 3). Y aun cuando dice que es una verdad que deben explicar los párrocos no afirma que sea de fe, sino que debe ser tenida como verdadera. (Luego veremos que no existe “el fuego”)

El “Catecismo de la Iglesia Católica” da la definición clásica de Purgatorio, mas no habla de fuego sino de “una purificación(1030). ¿Comentario?: ¿Quizás en el instante mismo de su parálisis cerebral, ya que en el mundo de los espíritus no hay tiempo?. En todo caso de fuego nada, ni de “cruciales tormentos”.

En el siguiente apartado (1031) intenta justificar su existencia acudiendo a los Concilios de Florencia y de Trento.

El C. de Florencia (1438-1445), Decretum Pro Graecis. “Si los verdaderos penitentes muriesen en la caridad de Dios, antes de que con dignos frutos de penitencia satisficieran los cometidos y omitidos (recuerden que se habla de pecados de comisión y omisión) sus almas pueden purgarlos después de la muerte con las penas del purgatorio; con el fin de que esas penas se aligeren, les aprovechan los sufragios de los fieles”. A continuación habla del Limbo con la misma fuerza que del Purgatorio. Sin embargo, ahora sabemos que fue un  invento de los teólogos del siglo XIII y que no existe. ¿Pasa igual con el Purgatorio? Si falso lo priemro ¿por qué no lo segundo?

C. de Trento (1545-1563), “Canones de justificatione”, canon 30: quien negare el reato de las penas temporales “que han de ser satisfechas bien en este siglo como en el futuro en el purgatorio, antes de que pueda entrar en el reino de los cielos, sea anatema”. 

Pero también declara anatema a quien niegue que el propio Dios ha guiado el cálamo del escritor de la Biblia y quien niegue que todos sus libros son históricos y auténticos.  Algo que desde hace más de un siglo se ha demostrado falso.

Después, el Catecismo quiere apoyarse en la práctica de la oración por los difuntos. Mas ésta es una visión antropomórfica de Dios, como si estuviera sujeto al tiempo. Dios es Infinito, Intemporal. Por ello, futuro y pasado son para él siempre presente (no lo podemos comprender porque vivimos en el tiempo). Así que cualquier plegaria hecha dentro de quince siglos es para El como si fuere realizada en el mismo instante de la muerte.

Además, si el reato de pena por pecados graves en este mundo se cumple con la penitencia impuesta por el confesor, que nunca es cruenta ¿va a ser peor en el otro mundo?

En todo caso, lo máximo que podemos obtener es que ese “reato de pena” (si es que existe según el Evangelio) o esa necesidad de gran  purificación no se realizan en ningún lugar, como los antiguos creían. Bastaría ese momento eterno de desligarse del cuerpo para que la mente humana iluminada por el Señor hiciera tal movimiento de amor que quedara purificada.

Lo contrario es vivir en el judeocristianismo del Dios Temor y Temblor, Vengativo, Justiciero. O como definió Unamuno “el Dios Pater familias a la romana, con el ceño siempre airado y con la mano alzada pronto a castigar”.

El Dios que nos mostró Jesús es el de la parábola de los viñadores: la misma paga al del último momento que al de toda la vida; o la del hijo pródigo, la del buen pastor que busca a la oveja perdida. ¿Les puso alguna penitencia para cumplir “el reato”· de pena?

El propio Señor Jesús perdona sin más a los pecadores; abomina de quienes dicen “Señor, Señor” mas no cumplen el mandato celestial de amaros los unos a los otros. ¿Castigó acaso al primer gran apóstata de la Cristiandad que fue San Pedro, que le negó tres veces? ¿Se lo tuvo en cuenta? ¿y va a exigir tormentas y penas por unas pequeñas faltas de debilidad humana? No seamos cretinos. ¿En qué mente verdaderamente cristiana, es decir, imbuida de las enseñanzas evangélicas y paulinas, cabe esa idea de un Dios vengativo y exigente? ¿No es casi blasfemo pensar así?

 ¿No sería cruel, muy cruel que tras vivir en caridad con Dios y morir en esa situación hubiera que pasar por el fuego o por alguna purificación dolorosa más? ¿es que no basta con haber sido fieles al Señor en este mundo donde el egoísmo y sus consecuencias  son el mayor de los impedimentos para ello?

¿Cuántas madres cristianas durante siete siglos sufrieron toda su vida pensando en que sus hijos muertos sin bautismo estaban privados de ver a Dios para siempre? Ese Limbo ha resultado tan superchería como el Purgatorio inventado por teólogos.

 

3.- Ni en los Evangelios, ni en las epístolas de los apóstoles se habla para nada del Purgatorio. La cita de San  Pablo (1 Cor 3, 15): “aquel cuya obra sea consumida sufrirá el daño; él, sin embargo, se salvará, pero como quien pasa por el fuego”, no se refiere para nada al tema, ya que le antecede: “si sobre este fundamento (Jesucristo) uno edifica oro, plata, piedras preciosas o maderas, heno, paja, su obra quedará de manifiesto, puesto que en su día el fuego lo revelará (oro, plata, piedras preciosas no se quemarán; si maderas, heno, paja) y probará cual fue la la obra de cada uno. Aquel cuya obra subsista (por ser valiosa) recibirá el premio y aquel cuya obra sea consumida sufrirá el daño; él, sin embargo se salvará, pero como quien pasa por el fuego” (vv. 12-15).[1]

 Igual acontece con la de San Mateo (12, 32) “Quien hablare contra el Hijo del hombre será perdonado; pero quien hablare contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este siglo ni en el venidero”. Esto más bien probaría que al traspasar el tiempo viene el perdón de todo, sin tacañerías.

El pecado contra el Espíritu Santo supone un rechazo a la inclinación anímica que el Espíritu Santo provoca en cada uno de nosotros hacia la Infinitud o Dios. Es un repudio de la luz. Ni tiene perdón, ni le quiere.

 

4.- Ningún Santo Padre o escritor cristiano de los tres primeros siglos, es decir, antes del Decreto de Milán dando forma oficial al Cristianismo, habla del Purgatorio, ni del reato de pena, ni de esa purificación. Y son los discípulos de los apóstoles o los discípulos de éstos; o sea, los hijos y nietos espirituales de los apóstoles. La existencia del Purgatorio no pertenece, por tanto, a la verdadera Tradición Apostólica de la fe.

Aún más, algunos de esos Padres tienen textos que pueden interpretarse como lo contrario. . 

Así San CLEMENTE ROMANO, discípulo de los apóstoles, escribe hacia el año 150: “Mientras estemos en este mundo, hagamos penitencia con todo el corazón por todos los pecados que llevamos con la carne, a fin de que seamos salvados por Dios, mientras dure el tiempo de penitencia. Pues en cuanto salgamos de este mundo no podremos ya confesar, ni hacer penitencia [2]; es decir, cumplir cualquier “reato de pena”.

ORÍGENES (186-254), discípulo de los discípulos del Señor, afirma que “cuando pasado este siglo, habremos llegado al fin de la vida, entonces seremos quemados, bien por el fuego de los dardos del maligno, dondequiera que estemos, bien por el fuego divino (pues nuestro Dios es fuego que consume)”[3]. No admite intermedio o espera purgatorial

SAN CIPRIANO (200-258), “Una vez salidos de este mundo, ya no habrá lugar para la penitencia, ni efecto alguno de satisfacción[4] ¿Más claro? Está dentro del período de Tradición Apostólica.

 

5.- Tras el Decreto de Milán, promulgado por el Emperador Constantino el Grande en 313, se ponen de moda Jesucristo, su madre, María de Magdala, los Apóstoles  y cuanto rodea a la nueva religión del Estado. Y surgen las inevitables novelas bajo diversos nombres como los (falsos) Evangelios, las Cartas de Apóstoles y otras.

Posteriormente, sin crítica histórica ni literaria, en muchos casos se les acepta como verdaderos e influyen en los tratados de Teología, como expositores de una tradición oral de la fe. Así por ejemplo, aquello del Prefacio de la Misa: “´ángeles, arcángeles, tronos, dominaciones y potestades” se pensaba eran de Dionisio el Aeropagita, discípulo de San Pablo. Hace bastantes años que se descubrió pertenecen a un autor del siglo IV ó V, llamado Dionisio, probablemente obispo, que novela diciendo haber presenciado la Crucifixión y mantenido contacto con los Apóstoles, etc.

            Comentando al texto citado antes de San Mateo, algunos teólogos muy posteriores piensan que puede haber un doble perdón: en este mundo y en otro. Así San Gregorio Magno (540-604). De ahí otros, muy tarde, pasaron a llamarle Purgatorio. Lo del fuego está basado en una falsa interpretación, fuera del contexto de las palabras de San Pablo a los Corintios, que hemos visto antes. En todo caso opinión o filosofía personal de unos hombres, no revelación divina.

            Los teólogos posteriores al siglo IV que hablan del tema, explícitamente o no, buscan el modo de justificar que se hagan sufragios por los difuntos. Si están en el Cielo ¿para qué? (pues para que rueguen por nosotros: comunión de los santos o para impetrar por ellos ante el Dios Eterno, no temporal). Son elucubraciones  personales, no doctrina revelada; porque la Revelación acabó con la muerte del último apóstol (y esto sí es de fe).

 

6.- En la Iglesia Ortodoxa hay opiniones divergentes entre los teólogos. La mayoría de los últimos siglos niegan su existencia. Y entre los que lo admiten no aceptan fuego alguno, sino que las almas son retenidas en un lugar común y purificadas por medio de los sufragios de los fieles.

  

Resumiendo: Invento de teólogos que, con el tiempo y falta de sentido crítico, fue aceptado y confirmado en el siglo XIII y siguientes como si se tratara de una verdad  de fe.

            Va contra el sentido común. El Dios que Jesús nos muestra en los Evangelios es incapaz de ser tan vengativo y ultra justiciero como el que aparece en algunos libros del Antiguo Testamento. Es más bien influencia del gnosticismo. Y de “buscarle tres pies al gato”

            Es preciso distinguir la almendra (FE) de la cáscara que los siglos han ido engrosando sobre ella (teólogos y costumbres); pues la cáscara suele apartar a los más realistas de aquella. “No se pude hacer comulgar con ruedas de molino 

 

.                                                                                 Tomás Montull Calvo

                                                                       Lr. Y Lic. en s. Teología. Dr. en Filosofía.



[1] “Dejando pelos en la gatera”
[2] Epístola ad Corintios, II, RJ, 103.
[3] In Ieremiam homiliae, RJ 487.
[4] Ad Demegtrium, RJ 560.